sábado, 10 de septiembre de 2011

¿Cristiano o Católico?

¿HAY ALGUNA DIFERENCIA ENTRE SER CATOLICO Y SER CRISTIANO?


Entre las nuevas iglesias que van surgiendo está de moda denominarse a sí mismos como ‘Cristianos’ sembrando cierta confusión entre los creyentes que no pertenecen a esas iglesias. Así pues, nos preguntamos: ¿Qué es ser cristiano? ¿Quién es cristiano? ¿Es lo mismo ser cristiano y ser católico?


CRISTIANOS son todos los que creen en Jesucristo, verdadero Dios y hombre. Ser cristiano es un don que se recibe en el BAUTISMO con agua en nombre de la Trinidad (Mt 28, 20). Cristianos son los católicos, ortodoxos, protestantes y evangélicos y otros que creen en la Trinidad. ¡Somos todos hermanos! San Agustín, en el siglo IV decía: “los de afuera, lo quieran o no, son hermanos nuestros”.


SER CATOLICO es creer en la plenitud de la fe cristiana. Hoy más que nunca es necesario recordarlo porque, hay quienes no reconocen a los católicos como cristianos. Quieren apropiarse del título "cristiano" sólo para ellos. Crean así falsamente una mutua exclusión entre ser "cristiano" y ser "católico". Dicen, por ejemplo: "Yo era católico pero ahora soy cristiano". Preguntan: "¿Eres cristiano o católico?". Los católicos debemos cuidarnos de no caer en la trampa. Podemos responder: "Soy Católico porque creo en Jesucristo como mi Señor y Salvador; y creo en toda la fe cristiana, por lo tanto soy cristiano y por eso soy tu hermano en Cristo".


Ciertamente si los católicos reconocemos a nuestros hermanos bautizados en otras iglesias como cristianos, no quiere decir por eso que renunciamos a nuestra propia identidad cristiana.


Por otro lado, ronda entre los “hermanos separados” el argumento de que la Iglesia Católica fue fundada por Constantino en el 313 y que desde ahí se llama católica. Lo que tal vez no se entiende bien es que el Emperador romano con el edicto de Milán no estaba fundando la iglesia cristiana católica, porque ésta ya estaba fundada por Jesucristo en los apóstoles (Mt 16,16-18), sino que por el edicto de Milán Constantino acabó con el culto estatal pagano en Roma, decretó el fin de las persecuciones contra los cristianos y la devolución a éstos de los bienes expropiados. Posteriormente Teodosio en el 380 convertiría el cristianismo en la religión oficial del estado.


DESDE LOS PRIMEROS SIGLOS, los escritos de los Padres de la Iglesia demuestran que, los cristianos que estaban unidos a la Iglesia fundada por Cristo eran llamados Católicos. La denominación de ‘Católico’ no es institución de Constantino. Uno de los primeros en llamar católico a la Iglesia, por ejemplo, fue San Ignacio de Antioquía que vivió entre los años (30-107 d.C.) y fue discípulo directo de San Pablo y San Juan. En su carta (A los Esmirniotas 8:2) dice: "Donde esté el Obispo, esté la muchedumbre así como donde está Jesucristo está la iglesia católica". Hemos de añadir que la palabra católico proviene del griego kath’holon que significa: “universal” y en algunos casos “ortodoxia o auténtica”.


San Cirilo de Jerusalén (315-386) dice: «La Iglesia se llama católica o universal por­que está esparcida por todo el orbe de la tierra, de uno a otro confín, y porque de un modo universal y sin defecto enseña todas las verdades de la fe que los hombres deben conocer (…) también porque induce al verdadero culto a toda clase de hombres (…) porque cura y sana toda clase de pecados sin excepción…» (Catequesis 18,23-25).


En conclusión hemos de decir que “soy católico y por eso mismo cristiano” o en palabras de San Pacián de Barcelona (375 d.C.) es su carta a Sympronian: "Cristiano es mi nombre, y católico mi apellido. El primero me denomina, mientras que el otro me instituye específicamente. De esta manera he sido identificado y registrado... Cuando somos llamados católicos, es por esta forma, que nuestro pueblo se mantiene alejado de cualquier nombre herético."


¿SABIAS QUE?
El nombre "cristiano" ocurre solo cuatro veces en la Biblia:
1 "En Antioquía fue donde, por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de «cristianos»" (Hechos 11:26)
2 "Agripa contestó a Pablo: «Por poco, con tus argumentos, haces de mí un cristiano.»" (Hechos 26:28)
3 "una mujer cristiana" (1ª Corintios 9:5)
4 "pero si es por cristiano, que no se avergüence, que glorifique a Dios por llevar este nombre". (1ª Pedro 4:16)
No se sabe quién utilizó este nombre por primera vez. Parece que los cristianos no solían utilizarlo para ellos mismos hasta el segundo siglo. Antes preferían llamarse "hermanos", "discípulos", "creyentes", etc.

martes, 6 de septiembre de 2011

Cinco Caminos de Penitencia

¿Queréis que os recuerde los diversos caminos de penitencia? Hay ciertamente muchos, distintos y diferentes, y todos ellos conducen al cielo.


El primer camino de penitencia consiste en la acusación de los pecados: Confiesa primero tus pecados, y serás justificado. Por eso dice el salmista: Propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. Condena, pues, tú mismo, aquello en lo que pecaste, y esta confesión te obtendrá el perdón ante el Señor, pues, quien condena aquello en lo que faltó, con más dificultad volverá a cometerlo; haz que tu conciencia esté siempre despierta y sea como tu acusador doméstico, y así no tendrás quien te acuse ante el tribunal de Dios.



Éste es un primer y óptimo camino de penitencia; hay también otro, no inferior al primero, que consiste en perdonar las ofensas que hemos recibido de nuestros enemigos, de tal forma que, poniendo a raya nuestra ira, olvidemos las faltas de nuestros hermanos; obrando así, obtendremos que Dios perdone aquellas deudas que ante él hemos contraído; he aquí, pues, un segundo modo de expiar nuestras culpas. Porque si perdonáis a los demás sus culpas –dice el Señor–, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros.


¿Quieres conocer un tercer camino de penitencia? Lo tienes en la oración ferviente y continuada, que brota de lo íntimo del corazón.



Si deseas que te hable aún de un cuarto camino, te diré que lo tienes en la limosna: ella posee una grande y extraordinaria virtualidad.



También, si eres humilde y obras con modestia, en este proceder encontrarás, no menos que en cuanto hemos dicho hasta aquí, un modo de destruir el pecado: De ello tienes un ejemplo en aquel publicano, que, si bien no pudo recordar ante Dios su buena conducta, en lugar de buenas obras presentó su humildad y se vio descargado del gran peso de sus muchos pecados.


Te he recordado, pues, cinco caminos de penitencia: primero, la acusación de los pecados; segundo, el perdonar las ofensas de nuestro prójimo; tercero, la oración; cuarto, la limosna; y quinto, la humildad.
No te quedes, por tanto, ocioso, antes procura caminar cada día por la senda de estos caminos: ello, en efecto, resulta fácil, y no te puedes excusar aduciendo tu pobreza, pues, aunque vivieres en gran penuria, podrías deponer tu ira y mostrarte humilde, podrías orar asiduamente y confesar tus pecados; la pobreza no es obstáculo para dedicarte a estas prácticas. Pero, ¿qué estoy diciendo? La pobreza no impide de ninguna manera el andar por aquel camino de penitencia que consiste en seguir el mandato del Señor, distribuyendo los propios bienes —hablo de la limosna—, pues esto lo realizó incluso aquella viuda pobre que dio sus dos pequeñas monedas.


Ya que has aprendido con estas palabras a sanar tus heridas, decídete a usar de estas medicinas, y así, recuperada ya tu salud, podrás acercarte confiado a la mesa santa y salir con gran gloria al encuentro del Señor, rey de la gloria, y alcanzar los bienes eternos por la gracia, la misericordia y la benignidad de nuestro Señor Jesucristo.



De las homilías de San Juan Crisóstomo obispo Homilía 2 sobre el diablo tentador, 6