sábado, 12 de junio de 2010

Como hombres mirando al Cielo.

En la ascencion éramos hombres mirando al cielo pero con los pies puestos en la tierra. Viendo cómo admirablemente el Señor Jesús iba subiendo al Cielo. En Pentecostés aún seguimos con los pies puestos en la tierra, mirando al cielo, pero ya no estamos extasiados admirando un maravilloso prodigio; sino que miramos al cielo con humildad y esperanza, esperando la promesa de Jesus: la venida del Espiritu Santo. Y asi ha de ser nuestra vida. Hombres con los pies puestos en la tierra pero mirando al cielo. Esperando en la misericordia de Dios. Que por su amor nos envíe su Espíritu no solo en pentecostés sino en todos los dias de nuestra vida. Para que, más que comprender, aprendamos a creer en los misterios que por el momento no podemos cargar. Misterios tan maravillosos como la Santísima Trinidad, o el magnifico misterio de la Santísima Eucaristía. Ante tanta magnificencia te pido Señor Jesús, que me des la humildad de doblar mis rodillas y adorarte.

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