martes, 9 de noviembre de 2010

Zaqueo el Publicano

Ciertamente uno de los personajes más detestados en el pueblo de Israel, en tiempos de Jesús, era sin duda, el publicano. Los publicanos eran considerados como pecadores públicos. ¿Cuál era su pecado? Dado que el publicano trabajaba para el Imperio Romano cobrando impuestos a su propio pueblo, eran considerados como traidores de su raza y de su nación y al mismo tiempo ladrones. Algo así como los políticos de nuestros días, que tienen fama de corruptos y ladrones. No es raro oír a la gente decir, por ejemplo: “todos los políticos son ladrones, prometen y no cumplen” “entran al poder solo para robar, para enriquecerse”. Pues esa era la fama que tenían los publicanos. Con toda seguridad se aprovecharían de su oficio, abusarían de su poder para cobrar más de lo debido y así enriquecerse.

Pues el evangelio de este domingo nos habla de un hombre que era muy rico y que además era el jefe de los publicanos -con razón era muy rico-. Si decimos que el publicano era detestado por la gente de su pueblo, ¡cuánto más odiado sería este jefe de los publicanos! Y para colmo era bajo de estatura. Ya me imagino cómo la gente se burlaría de su estatura en venganza de todo el abuso.

Zaqueo, -el jefe de los publicanos- quería ver a Jesús pero la gente se lo impedía, pienso que lo hacían al propósito. Ya saben por qué. Pero era tal el deseo de Zaqueo de ver a Jesús que no le importó hacer el ridículo, se adelanto y se subió a un árbol por donde tenía que pasar Jesús para así poder verlo. Ya me imagino a la gente riéndose y burlándose de Zaqueo. No obstante, Jesús al ver la actitud de Zaqueo, que no le importó hacer el ridículo y humillarse con tal de ver a Jesús, mirando arriba le dijo: “Zaqueo baja en seguida que hoy me hospedaré en tu casa. Y Zaqueo bajó y lo que sigue es historia conocida.

Todos queremos ver a Jesús, y podemos verlo, pero solamente vendrá a hospedarse en nuestra casa, en nuestro corazón, cuando nos humillemos, cuando nos acerquemos a verlo con humildad. Y cuando Él entre en nuestra casa, seremos capaces de hacer cosas impresionantes, como Zaqueo, dar la mitad de nuestra fortuna a los pobres. Conversión. Ciertamente la conversión es una decisión deliberada, pero sobre todo es obra de Dios, cuando con humildad nos acercamos a Él. Pues eso.

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