lunes, 15 de marzo de 2010

LA HIGUERA ESTERIL

3º D de C.

Al leer el evangelio de este tercer domingo de cuaresma, vi mi vida reflejada como en un espejo en la parábola de la higuera estéril. Yo soy esta higuera de tres años y sin frutos. Tres años en el ministerio: uno de diaconado, y dos de presbítero. Tres años ocupando la tierra estérilmente. Ningún higo dulce, solo algún fruto amargo parecido a un trago.

Este árbol no sirve han dicho de mí. ¡Hay que córtalo! ¿Para qué va ha ocupar terreno estérilmente? Incluso yo mismo –mirando mis propias miserias- me dije: soy un árbol inútil, no sirvo para nada, mejor será que me corten. Que planten otro árbol que de frutos. Mejor morir que vivir sin dar frutos.

Pero por otro lado, me resisto a morir sin haber dado frutos. Quiero que cuando venga mi Señor, encuentre higos y sacie su hambre. Lo deseo con todo mi corazón… y en verdad es lo único que me importa. Esta higuera no sirve, hay que cortarlo han dicho de mi. Mas, el viñador que conoce lo mas profundo de mí ser, ha tomado en cuenta el deseo de mi corazón. Ha escuchado mi oración, y ha intercedido por mí: “Señor, déjala por este año -¿siete meses?- todavía y mientras tanto yo cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da la cortas.”

¡Estás mal! ¡Tienes que curarte! ¡Necesitas tratamiento psicológico!. Y aquí estoy. Tratamiento de miércoles a las 5 de la tarde. Si no te curas…ya veremos, si te curas… también veremos. Él sabe lo que pasa en mi raíz, sabe de la enfermedad que me inutiliza, y sabe del abono que necesito para dar frutos. El ha visto mis esfuerzos inútiles por dar frutos y ha escuchado mis oraciones. Por eso ha hecho que yo viniera aquí. Estar aquí en San José es la prueba de que el Señor Jesús ha escuchado mis oraciones. Me ha respondido, no como me lo imaginaba, pero me ha respondido y eso es lo único que realmente importa. Este es el día en que actúo el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Con tu ayuda Señor Jesús y tu intercesión ya no seré una higuera estéril. Tú Señor Jesús que no quieres cortarme, tú que has dicho: “misericordia quiero y no sacrificios”, ten piedad de mí que soy un pobre pecador. Que se haga en mí según tu palabra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario