viernes, 5 de marzo de 2010

La Transfiguracion.

2ºDdeC.

Estamos en el segundo domingo de cuaresma. Y en este domingo el Evangelio nos muestra a Jesús transfigurado en el monte; y con la promesa -en filipenses- de que el transfigurará nuestro pobre cuerpo a imagen de su cuerpo glorioso. Pero junto a esta promesa de transfiguración esta la contraposición del ciudadano del cielo frente al enemigo de la cruz.

Ocho o seis días antes de la transfiguración, Jesús había anunciado a sus discípulos que al llegar a Jerusalén, el sería entregado en manos de los fariseos, doctores de la ley y los judíos, para ser despreciado, abofeteado, escupido y crucificado; en la transfiguración aparecen Moisés y Elías hablando precisamente de esta muerte, respaldando así con la fuerza de la ley y los profetas, que la aceptación del sacrificio en la cruz daría cumplimiento a todas las promesas del antiguo testamento.

El cumplimiento de la promesa de la transfiguración de nuestro cuerpo, esta relacionado con la actitud del ‘cristiano’ frente al sufrimiento, la cruz y la muerte. Y de aquí se desprenden dos tipos de personas: el ‘ciudadano del cielo’ y el ‘enemigo de la Cruz’.

El enemigo de la cruz es el hombre que solo aspira a cosas terrenas; que no espera nada del cielo, que al confrontarse con su debilidad, incapaz de superarse a sí mismo, hace de su vientre y sus apetencias su dios; se gloria de su pecado y su maldad sentándose a morir en ellas. Por eso el destino del enemigo de la cruz es la perdición. Por el contrario el ciudadano del cielo es el hombre que aspira a las cosas del cielo. El ciudadano del cielo es el que consciente de su debilidad, se pone cada día humildemente delante de Dios, esperando de su misericordia, no para verse libre de su cruz, sino pidiendo fuerza para no renegar de ella. Para no cansarse de esperar y mantenerse en la promesa de la transfiguración de nuestro pobre cuerpo a imagen del cuerpo glorioso de Cristo.

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