miércoles, 7 de marzo de 2012

Los dias de Tabor

2º D del TA


El segundo domingo de cuaresma es siempre el domingo de la Transfiguración. Jesús sube al monte Tabor y se transfigura ante la presencia y admiración de sus tres discípulos más íntimos: Pedro, Juan y Santiago. La pregunta que nos hacemos es: ¿por qué o para qué se transfiguró Jesús en el monte Tabor? ¿Cuál es la intencionalidad este prodigio?


Aquel acontecimiento debió ser algo impresionante y maravilloso, de otro modo, Pedro no habría dicho algo así: "Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos hacer tres tiendas..." Realmente fue maravilloso, tanto así que quisieron quedarse para siempre ahí en ese estado. Pues, a nosotros también nos suele suceder lo mismo. Cuando nos suceden cosas bellas, maravillosas, fantásticas, experimentamos una inmensa alegría, nos llenamos de tanta felicidad que deseamos que nunca se acabe, y pensamos que ojalá fuera así siempre. No obstante, somos conscientes de que esos acontecimientos maravillosos son solo instantes fugaces. Quisieramos atraparlos y hacerlos eternos pero, ni bien la empezamos a disfrutar, nos damos cuenta que se nos está yendo como agua entre los dedos. ¿Por qué, pues, se nos concede vivir tanta dicha para luego quedarnos vacía sin ella?


Creo que podemos atisvar la respuesta en el mismo episodio de la transfiguración. Sucede que después de la transfiguración, inmediatamente Jesús les anuncia que "el Hijo del hombre sufrirá mucho y que será despreciado". Entonces nos volvemos a preguntar ¿Por qué o para qué Jesús les hizo disfrutar del éxtasis de la transfiguración? El Catecismo de la Iglesia nos enseña que Jesús quiso transfigurarse ante estos tres apóstoles para darles ánimos, para fortalecerlos ante la proximidad de la pasión y de la crucifixión (porque después de la muerte vendrá la resurrección). Y esto a mi me hace pensar que cada vez que tengo momentos de luz, días de claridad, momentos de paz e instantes de radiante felicidad... que son hitos, signos, garantías de un día venidero aún más radiante y eterno. Es una garantía de esperanza y confianza para enfrentar los días de oscuridad y tristeza, de tiniebla e incertidumbre, de aungustia y soledad.


Por otro lado cada vez que tengo momento de Tabor, con los ojos entrecerrados sospecho que se viene un Calvario; y gracias a esto cada vez que tengo un Calvario tengo la certeza que vendrá una Resurrección. Así pues, amigo, te invito a escribir en un cuaderno los días de luz, los momentos de Tabor que el Señor te concede vivir, para que cuando te lleguen los días de oscuridad y calvario, aquellos días de luz sean tu soporte y fuerza para seguir adelante, para sobreponerte ante la adversidad, pues los dias de luz, es la garantía y certeza de que Jesús está contigo y que Él te ama. Así los días de Tabor nos servirán para los días de Calvario. Pues eso.

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